Bajando
Bajando, sonríe la lágrima derramada, apreciando la libertad de verse por fin liberada de la condena de soportar un dolor que ni era suyo, ni una vida, que no quería.
Se desliza por una cara angosta como una montaña marmoleada, hasta precipitarse, ¡plin! Contra el suelo.
Pobre de mí, lloraría, lágrimas pero no tengo piel, y ahora me convertí en una misera mota de polvo con algo sentido fingido...
Comentarios
Publicar un comentario